Seguramente quieres tener un equipo de alto rendimiento: Personas capaces de trabajar en sinergia, asumir responsabilidades sin supervisión y que traigan ideas innovadoras a tu negocio.
Pero esto no es tan fácil.
De hecho, ni siquiera es algo que consigues, es algo que construyes. Y para construirlo hace falta mucho más que remunerar correctamente a tu equipo u ofrecer bonos e incentivos.
Hace falta una transformación en tu mentalidad.
¿Cómo afecta tu mentalidad a tu equipo?
Ser un dueño de negocio no necesariamente significa ser un buen líder.
Y ser el líder de un equipo significa una cosa para la que pocos están preparados: tener todos los ojos en ti, en todo momento.
No solo eres el ejemplo, sino que tu estado de ánimo y tu forma de pensar y actuar afectan enormemente en las decisiones y micro acciones que toma tu equipo día a día.
Aquí tienes 4 factores de tu mentalidad que te alejan de tener el equipo de alto rendimiento que quieres.
Mentalidad de “yo sé hacerlo mejor”.
Ser líder es saber delegar. Puede que si contratas a alguien para que haga algo de lo que tú no tienes ni idea, esto no te pase.
Pero cuando empiezas a delegar tareas y responsabilidades en las que sí tienes experiencia o incluso eres experto, puedes encontrarte con este problema que conlleva hacer micromanagement a tu equipo y que, finalmente, no lleguen a alcanzar su potencial.
Establece y deja claras tus expectativas, pero también da un espacio para que todo tome su lugar.
Dar críticas en lugar de mostrar tu enfoque.
Ser líder es ser maestro, y aunque tu equipo esté conformado por profesionales, nadie es perfecto. Por lo que muchas veces vas a tener que corregir errores o apuntar hacia algo que no está saliendo tan bien como esperabas.
Cambia en tu vocabulario las frases como:
“Esto salió mal”
“No me gusta”
“Vamos por mal camino”
Por frases como:
“Tenemos una oportunidad de mejora”
“Propongo cambiar esto”
“Veo necesario un ajuste”
Las críticas duras bajan el ánimo de tu equipo, pero mostrar tu enfoque no solo hará menos drástica la crítica, sino que asegura que todos estén en la misma página.
Pasar por alto los logros.
Ser líder es saber reconocer. Una persona motivada busca siempre dar más de sí, mientras que una persona a quien solo se le reconocen los desaciertos puede acabar por quedarse en el mínimo.
Para tener un equipo de alto rendimiento, necesitas conocer el correcto equilibrio entre ambas.
Así como dar cumplidos a las personas te hace una persona más influyente, reconocer las cosas buenas que hacen las personas en tu equipo, tiene el efecto de abrir sus oídos hacia tus peticiones.
Falta de resiliencia.
Ser líder es ser un pilar. No eres un eslabón de la cadena, eres un pilar fundamental.
En los negocios, no todo sale bien, y es humano tomar una actitud pesimista algunas veces. Pero cuando no tienes una correcta gestión ante tu equipo, puedes perder liderazgo y bajar el ánimo general de todos, afectando el rendimiento.
No tienes que ser siempre la persona más aplacada, pero sí puedes intentar estrategias de manera que tu equipo reciba la cara más optimista siempre que se pueda.
Piénsalo, tu negocio y tu equipo son un reflejo de ti.
Si quieres que las personas que trabajan contigo adopten tu visión y te ayuden a escalar tu negocio, es importante que pienses en cómo tu mentalidad influye en ellos.
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1% mejor cada día.